En los últimos años, he sido testigo del crecimiento y relevancia que ha ganado la economía naranja, contribuyendo significativamente al producto interno bruto (PIB) de diferentes países, especialmente notable en América Latina, donde el crecimiento es evidente en aspectos como la generación de empleos y exportaciones. Entre estos países destaca el caso de México; de acuerdo con un informe publicado por Wortev Capital hace unos años, esta industria representaba el 3.1% del empleo a nivel nacional. Antes de continuar… resulta crucial repasar brevemente que, al referirnos a “economía naranja”, hablamos de aquellas industrias creativas y culturales que generan crecimiento económico a partir de la generación de empleos y el desarrollo social, al tiempo que se impulsa la creatividad, la innovación, el arte y las expresiones culturales. Según la UNESCO, estas industrias representan el 3% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. La economía naranja tiene un impacto significativo en los destinos turísticos, además de servir como mecanismo de diversificación, reduciendo su dependencia  en sectores tradicionales. Entre los destinos turísticos emergentes que fomentan esta industria destaca Colombia, implementando rutas turísticas en ciudades como Medellín y Bogotá, donde se ha revitalizado áreas urbanas y generado empleos, a la vez que destacan el arte urbano, la